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Sus primeros rostros
Buenas razones para amamantar gemelos
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Un día amanecí con un dolor de estómago terrible. No entendía el malestar. Otro día me estaba tiñendo el cabello (porque lo hago sola), y al enjuagarme, terminé con 200 pelos de mi cabeza en mis manos. Estaba en el trabajo cuando mi esposo me manda una foto por wasap. Me asusté. Se le había manchado el ojo con sangre.
Mis cólicos diarios no cesaban y parecían ser más fuertes cada día. De pronto me vi al espejo y me di cuenta aterrada que tenía un hueco en mi cabeza, producto de las cantidades industriales de cabello que se me caían al lavarlos. La mancha de sangre en el ojo de mi queridísimo se había extendido enrojeciéndose más. Nuevamente nos asustamos, sin decirnos, para no caer en la cuenta que teníamos un problema.
Todo esto coincidió con el inicio de clases de los gemelos en su nuevo colegio.
No hemos tenido tiempo de ir al médico (ni plata), pero mi madre me adelantó las causas de que mis cabellos se suelten como pelusas: estrés. Esa palabrita que convertida en dolor me hizo doblar en dos por los hincones que sentía en mi estómago durante dos semanas. Llamé a una amiga oculista para saber el origen del ojo ensangrentado de mi pobre husband. Pero me dijo: que descanse. En tres días se le va a pasar, es estrés (aunque la mancha rojiza no se fue en 14 días).
Desde que Ignacio y Gael comenzaron el primer grado, mi vida empieza a las 4:20 de la mañana para hacer las loncheras y el desayuno. Mi esposo se encarga de planchar los uniformes, vestirlos, lavarlos y llevarlos. Después me encargo del más pequeño para alistarlo y llevarlo al nido. De ahí toca dedicarnos a trabajar.
Las pocas horas de sueño y el corre corre diario nos afectó mucho. Me imagino que muchos padres estarán en la misma situación. Ser los superhéroes del tiempo, sobreviviendo a la rutina. Todo por los hijos
"Venid a mí los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar"
(Mateo 11:28)
Mi alternativa para seguir haciendo las cosas que dejé de
hacer desde que soy mamá
Hace mucho tiempo yo era una enfermera de impecable uniforme
blanco. Después me convertí en la niña de una granja, y cuidaba a mis animalitos, siguiendo la secuencia de una locución en off. Me sentí tan especial
cuando mi mamá me vistió con un monumental traje de colores, y sólo sabía que
tenía que zapatear y zapatear. No puedo creer que aquella vez había bailado una
danza típica de Cuzco. Una foto registra mis mejillas rosadas y un labial
rojo en mis labios delgados apretados por la risa. Yo, la última de la fila, antes de salir con mis compañeras a bailar un festejo en falditas cortas. ¿Qué será de sus vidas?,
nunca las volví a ver. Era de la época donde todos te miraban, donde las fotos
te rodeaban, donde cada uno de tus movimientos eran celebrados hasta las
lágrimas. Epocas donde eras para tus padres, su mayor orgullo. Recuerdos del
nido que asocio al lado de mi hermana, a
veces en instantáneas agarradas de la mano. Hay una foto con nuestras Misses,
la única, ellas felices, y nosotras, agarrándolas de la mano pero con el
cuerpo ladeado con ganas de escaparnos a jugar.
Qué pena que no recuerdo sus nombres, quizá Mariella se acuerde aún. Lo
que sí debe recordar mi hermana es que bailó tan bien y tan concentrada una pieza que negroide que ya había acabado la
pista y ella seguía moviendo las caderas mientras los papás celebraban y sus
amiguitos se mataban de la risa. Y a estas alturas ya no creo que le dé tanto
roche. Igual hay una foto que lo comprueba. Son momentos que los guardo
tan bien en mi corazón, y que se repiten con mis hijos.
Estas letras vienen de una nostalgia anticipada. Se acaba el año, y los gemelos acaban su etapa de kinder. Sólo les queda la actuación por la Navidad. Este último sábado bailaron una sabrosa salsa. Simplemente espectacular. También hicieron de John Travolta en el Día de los Abuelos, de hombres arañas eléctricos en el día de la Primavera, pero fue con la caracterización de Menudo en el Día de la Madre que empezaron a ser la sensación en el nido con sus pasos de baile locazos. De antología. En verdad, ellos y sus amiguitos nos regalaron días muy especiales, desde que fueron pollitos, perritos, vaqueros, charros hasta las coreografías que ahora nos sorprenden.
Me queda el trabajo de imprimir estas fotografías. Ignacio y Gael pronto empezarán el cole. Cuando sean más grandes las verán y recordarán la salsa cubana, la música disco o el ritmo de saya que bailaron, y se matarán de risa, así cuando mi hermana y yo lo solemos hacer cuando vemos el álbum de fotos de mamá.CUANDO EL ÚLTIMO HOMBRE DE LA CASA EMPIEZA A USAR CALZONCILLOS...
Mis hijos
demoraron un poquito en dejar los pañales. Los gemelos lo hicieron a los tres
años. Alessio lo acaba de hacer a los dos años y siete meses. Como es sabido para los padres, el que los niños aprendan a ir al baño es un acontecimiento del mundo mundial. Mi casa estuvo de fiesta.
Todo empezó cuando
su Miss Evelyn nos animó a iniciar el entrenamiento. Yo ya le quitaba los
pañales los fines de semana, obviamente con resultados infructuosos que se
hacían notar por todos los rincones de la casa. Andaba siempre con mi trapito a
la mano. Eso era con el “número uno”, pero ni que decir con el “número dos”,
los calzoncillos de prueba terminaban embarrados y algunos tuve que enviarlos a
la basura por mi falta de ganas de lavarlos. Pero Alessio ya quería aprender.
Tenía el ejemplo de sus hermanos, y cuando ellos iban a orinar, también los
seguía apuntando su pipí al fondo del water. El proceso de control de
esfínteres, que nos demandó vigilancia extrema a los horarios de Alessio en sus
ganas de hacer “la caca y la pichi”, también nos iba a significar un ahorro. En
el caso de los gemelos, mi esposo y yo gastábamos en pañales un promedio de 200
soles mensuales. En el caso de Alessio, un poco más de la mitad. Ya tenía que
aprender!.Alessio iba al
nido en calzoncillos y el entrenamiento estaba teniendo buenos resultados.
Aprendió rápidamente a pedir pí , le faltaba el otro asunto. Tuve que viajar a
Cuzco por trabajo, y la mejor noticia que recibí de casa fue una conversación
por wasap que tuve con mi esposo (quien fue el verdadero artífice de que los
gemelos , y ahora Alessio, logren dejar los paños desechables) :
“ Yo: …..Alessio hizo caca?Tony: si, sentado en el wáter. Ya aprendióYo:
Siiiiiiii, como es que lo hizo sentado?Tony: Nada, hizo pichi y se quiso sentar y
ahí hizo caca”
De todas maneras,
a mi hijo le costaba al principio pedir. En casa, mientras cocinaba, fue
corriendo a buscarme y empezó a pujar para que vea que tenía ganas. Lo llevé,
lo senté en el water, pujó y salió. Llamé a sus hermanos y a su papá para que vengan al baño.
Alessio mostró contento su logro. Todos aplaudimos mientras veíamos el
excremento pasar al fondo del inodoro. Y así, cada vez que tiene una
evacuación, llama a sus hermanos, les dice mi ! mi ! (mira) caca, caca !,
decimos todos wow que bien!, despedimos a la caca y aplaudimos. A Alessio cada
vez le cuesta menos ir al baño. Ya está dejando de ser un bebé. Terminó la era
de pañales en mi casa. Los niños están creciendo !!
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