De vez en cuando, pero muuuuuy de vez en cuando, en esos raros pero muuuuuy raros días que….entro
en trompo!, mi papá me dice que me tome un día, que deje todo, y que
simplemente me ponga a pensar y pensar sobre mí.
Algo de ese tiempo me pude tomar el día de hoy. Como si Dios
me regalara un cambio y fuera, un break antes de volverme loca (puede
entenderse en forma literal). Y pensar en lo que estoy haciendo, y pensar sólo
en mí
Después de un habitual “lunes de terror”, los gemelos se durmieron temprano.
Con la gripe a cuestas, y el dolor de cabeza que me produce mi embarazo, pasé
la tarde jugando con ellos. Cuando pegaron sus ojitos, yo también quise dormir,
pero a diferencia de ellos, no lo pude hacer. Rosita me preparó un té con
limón, agarré unas galletas, y me senté en la sala. Eran las siete de la noche,
y de repente me puse a pensar. Solo pensar. Sola, bajo la tenue luz rojiza de
una de las lámparas, sin televisor, sin computadora, sin blackberry (bueno aún
no tengo), sin nada que interrumpiera mi
derecho a pensar, a tomarme un respiro.
Bueeeeno, otra cosa sería ir hasta Chosica, y sentarme a
pensar en la ribera de un cristalino riachuelo oyendo sólo el cantar de los
pájaros. ¡Sería Magnífico!. Pero aún no es el tiempo para esos escapes.
Por algo dice el salmista que temprano y desde la madrugada
buscaba Dios para hablar con él. Y en la quietud, nadie lo interrumpía, y se
reencontraba con el Creador, y se reencontraba consigo mismo. Quizá por lo que pedimos Tony y yo en nuestra oración de la mañana, Dios
me regaló este pequeño descanso.
Aquí, una infructuosa foto con la bisabuelita, y el terremoto Doménico