Hace unos días vino a Lima mi amiga Conie, periodista de Guatemala, quien con su papá estuvo de visita para conocer nuestro país. Ella me preguntó sí seguía escribiendo en mi blog. Le dije ya no tenía tiempo. Pero ahora es meritorio hacer un esfuerzo para hablar sobre un día en especial que quedará como una de las más trajinadas y a la vez bellas experiencias con Gael e Ignacio, y pasó justamente cuando Conie llegó a Lima: el día de las elecciones municipales y regionales.
Y por tal acontecimiento, nuestras ayudas, no estaban. La empleada se fue a su tierra a votar, otras conocidas también, los abuelos y tíos se alistaban para acudir a su centro de votación. Y nosotros desde muy temprano, con el televisor prendido escuchando la transmisión electoral, atendíamos a los gemelos, mientras decíamos a nuestros huéspedes que ahorita ya terminamos para salir a pasear por Lima. ¡Vaya que fue ahorita !.
Entre biberones, preparar el desayuno, biberones, dar el desayuno, preparar el almuerzo, cambiar los pañales, calmar lloriqueos, alistarlos y alistarnos nosotros, la mañana se esfumaba sin que hayamos podido ir a votar. Nuestros invitados, tan amables ellos, prestaban sus brazos para distraerlos con una sonrisa. Tony y yo no queríamos evidenciar los estragos del cansancio.
Ahora sí a votar. Salimos de la casa a la una y treinta de la tarde. “Es acasito nomás, estamos a cinco minutos, votamos y nos vamos”, decíamos entusiastas. Conie y yo subimos al carro, cada una con un bebe. Tony manejaba y de copiloto iba don Rigoberto. Pero el tráfico era tan intenso que los escasos cinco minutos que pensábamos tomar se convirtieron en ¡dos horas!. Y los gemelos, para variar, ya se movían con los síntomas del hambre y aburrimiento.
No me quedó otra. En pleno movimiento, tuve que darles la sopa, que ya tocaba. Abrí el termo y lo incliné entre mis piernas para que no se cayera la comida. Con un brazo sostenía a Gael mientras estiraba el otro para coger con la cucharita un poco de caldito y darle lentamente. Una vez terminado el proceso, tomé a Ignacio, que ya saltaba impaciente y sin cesar sobre las piernas de Conie
Felizmente, mi amiga celebraba con carcajadas mi labor, como si fuera parte de la aventura que vivía en Lima. Llegamos al centro de votación entre el apuro de la gente, y votamos 20 minutos antes del cierre de las mesas, que eran a las cuatro de la tarde. Culminar esta parte del día fue un enorme triunfo
Ya más tranquilos, recorrimos Lima con nuestros invitados y los gemelitos. Ellos permanecieron casi en todo momento despiertos, como curioseando el mundo, y los subimos por primera vez a los carritos de Larco Mar. Lo más maravilloso es que sabíamos que estaban gastando todas sus energías para dormir placenteramente. Cuando llegamos a la casa, se quedaron dormidos, y no se despertaron hasta las ocho de la mañana del día siguiente. Y nosotros nos levantamos felices de haber pegado el ojo varias horas
En verdad Conié se divirtió mucho con los chiquitines, al igual que su papá. ¡¡Y nosotros que temíamos incomodarlos con la onda hiperactiva de los 10 meses!!. Experiencia registrada en las innumerables fotos de Conié…ja!