NUESTRO TERCER PROYECTO

Hay una época en que persiste el deseo de cumplir metas personales. Una maestría, aprender un idioma, un viaje, comprar el depa, escribir un libro, o simplemente renovar el clóset. Cada uno de nosotros tiene proyectos personales, grandes o pequeños.   ¡Qué bonito suena! ¿verdad?, pues resulta que, estas urgencias de “realización personal”, pueden seguir esperando nomás mamacita, cuando nos llegan otros planes mucho más complejos que el mismísimo Proyecto Olmos: los hijos.
En nuestro caso, tenemos tres mega proyectos. Los dos primeros llegaron a la vez, como desafiando los límites de nuestras capacidades físicas. Después de tres años, y sin haber culminado la primera fase de los primeros, llegó el tercero, ese otro lindo proyectito que hasta ahorita nos produce desvelos, la gastadera de pañal (que espero deje este verano) y una orquesta sinfónica de lloriqueos, golpes y gritos, que junto a las partituras ya aprendidas de sus hermanos mayores, nos deleitan tanto de día como de noche ( y también a los vecinos).
En estos dos años de vida de Alessito,  hemos descubierto que Dios nos ha dado una gran obra para ejecutar. Y a pesar que es a largo plazo, los pasos establecidos para seguir los planos diseñados por El , son tremendos!!.  Y es que con tres proyectos en marcha, la cosa en casa se pone de película.


Y cuando sea grande Alessito (es decir , cuando esté a punto de dejar de ser un proyecto) , recordará con nosotros esa vez que por pura nerviosa lo dejé llorando en el piso, cuando no supe que hacer después de escuchar ese terrible ruido de la cocina. Ignacio quizá recordará que fue él quien se tumbó el estante de vidrios donde se ponen los vasos, después de colgarse como el hombre araña, y que se escondió detrás del mueble con cara de asustado. Alessio no recordará, pero nosotros sí, cuando hace dos días salió llorando asustado del cuarto porque vio caer a Gael de otro estante, donde ponen sus juguetes; le haremos recordar también que sus hermanos lo agarraban de punto pero que poco a poco supo defenderse, y que al verlos, dejó los juegos de Fisher Price y se puso a jugar con los gemes a los carros y superhéroes.
Aunque son tus primeros dos años, querido Alessito. Nuestro tercer proyecto recién comienza.  Prepárate a recibir mucho amor en tu cumpleaños.


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Seis de la tarde. Salgo del trabajo para encontrarme como siempre con un tráfico espantoso. No es Lima La Horrible, es “Lima es un mounstruo de siete cabezas” . Así creo que se ha convertido. Además, mis principios de gripe harán más pesado el habitual viaje de hora y cuarto hasta mi casa, en la vieja couster que me tocó subir con ruta hacia La Molina-Ate.
 Pensando en la pastilla que debía tomar para bajar un poco la fiebre, intentando cerrar los ojos con tanto claxon  y gritos con decibeles altos, así me encontraba sin presagiar que venía lo peor. En el paradero de Aviación con Javier Prado, un grupo de 10 barristas obligaron al cobrador y chofer hacerlos subir al vehículo. A la fuerza subieron, golpeando la puerta, y golpeando al cobrador que avanzó para no dejarlos subir, e insultando al chofer con todos los insultos posibles que se puede imaginar en la boca de un mal hincha enardecido. En tan solos segundos, se iniciaba dentro del carro un cántico ensordecedor. En tan poco tiempo habíamos sido secuestrados.
Como siempre, no me había enterado que un partido importante se jugaba cerca de mi casa, para variar, ubicada cerca de ese estadio que llena monumentalmente  de problemas a los vecinos. Veía a mi lado una señorita aterrada, que me sugirió que guarde mi celular, cuando intenté registrar ese indignante momento. Lo guardé y fue lo mejor. Los barristas, llenos de una ira idiota y desequilibrada, seguían insultando al chofer y a los policías que veían de lejos, como si se hubieran salido con la suya. Atrás del vehículo se ubicaron los más bravos, por no decir los más descerebrados, y entre ellos el que parecía su líder, un hombre maduro de 45 años que a su edad debería estar haciendo otras cosas que ser el jefe de esas pandillas desenfrenadas y agresivas. Fue este tipo quien empezó a fumar marihuana, riéndose y jactándose entre sus compinches por la gran osadía. De pronto otro crema, quien se sentó al lado del chofer para amedrentarlo, le gritó que no lo haga: “ ¡ no fumes se consciente pe´tío !” , consejo que generó una tremenda pelea a boquilla en medio de los rostros absortos de los pasajeros.
Siguiente paradero: el Jockey Plaza, como era obvio, bajó aquí la mayoría de los pasajeros. Yo me cambié de sitio y me puse más cerca de la puerta. No quería bajar. Me daba bronca que tenga que hacerlo yo en vez de esa banda de maleantes. Entonces decidí seguir mi camino, enrollando las tiras de mi cartera entre mis brazos y bien pegadas a mi cuerpo. Subió un buen grupo de gente, la que también quedó pasmada cuando ni bien avanzó el carro, las manos de estos vagos empezaron a golpear la carrocería fuera de las ventanas, cantando frases agresivas como cantos de victoria.
A mi lado, un adolescente de 12 años aplaudía todas las pavadas que decía el líder mayor. Me pregunté si sus padres sabían sus andadas y con quienes paraba, y llegué a la lamentable conclusión que le espera un futuro de delincuencia y pandillaje. Las frases insolentes no cesaban, las ofensas a las muchachas que caminaban en la calle, y hasta un chico de aspecto punk y peinado extravagante  fue el punto  de insultos y burlas de alto calibre. Pobre, le tocó pasar justo cerca de estos hampones. Tantas groserías juntas que me hicieron sentir volar en fiebre de 40 grados. Y mi cara de desesperación no advertía para nada a los policías apostados en el camino. Hasta uno contestó el saludo sarcástico de quie
nes debía controlar.
Paradero de la avenida Ingenieros en La Molina: los revendedores convencían a nuestros secuestradores a través de las ventanas la compra de los tickes con rebaja, por ser una mancha. De pronto, la mitad decidió bajar para comprar cuando el semáforo estuvo en rojo. En verde, el chofer la quiso picar. Para su mala suerte, no contó que estos malandros que se creen con poder, también creen tener alas, y se lanzaron colgándose de las ventanas, entrando furiosos para golpear sin piedad al cobrador y después al chofer. Decidieron bajar del vehículo escupiendo y lanzando un sinfín de maldiciones e improperios. Así habían impusieron sus reglas.
Cuando volvió la calma dentro del carro, unos comentaban que les habían robado, y me di cuenta que el chofer era un abuelito, a quien le había caído varios puñetes en la cabeza. Me enteré llegando a casa que la Universitario de Deportes se enfrentaba con Velez Sarfield en un partido de la Libertadores. A propósito de la última muerte en el Estadio Monumental, escuché a Walter Oyarce decir que la violencia que genera las barras bravas nos cae tarde o temprano a todos. Es cierto. Durante el secuestro de la combi, pudo haber pasado cualquier cosa. Lamenté aquella vez ser hincha de la U.

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MI PARQUE

Es la una de la tarde
ya es hora de salida
nuestro parque nos espera
con su frondosa alegría

Vengan muchachos !
dejemos las mochilas
ensuciemos las zapatillas
y gastemos energía
que mamá nos dio permiso
para jugar y saltar
aprovechemos el tiempo
antes de ir a almorzar!

Vamos chicos!
busquemos caracoles
persigamos a las palomas
y subamos a los toboganes
Que el parque se ha puesto
más bonito y verdoso
porque llegamos los niños
a revolotear de gozo!

Los árboles se agitan
para darnos la bienvenida
y las flores parecen contentas
cuando nos ven pasar
dejemos que el viento haga volar nuestras risas
hasta que el sol nos indique
que es hora de ir a casa a almorzar.




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CARTA DE AMOR

Me enamoré de ti bajo un sol de verano. Estábamos en un campamento de playa por fin de año. Qué me iba a imaginar que de lo bueno que llegaría del nuevo año, lo mejor serías tú.

Me enamoré al toque, si pues, así me enamoré. A mí, a la última romántica de la tierra, puedo decir que me gustaste a primera vista. Fue curioso nuestro primer contacto, cuando me pediste en la cena de año nuevo que te pasara el pavo que no iba a terminar, y así le pediste a varios. Luego supe que en casa, en vez de platos, comías en fuentes.

Me enamoré cuando empezaste a acercarte. Porque cuando lo hiciste no ensayaste ninguna actitud posera. Porque siempre fuiste auténtico, sincero, y sin guardar las formas. Y encima me hacías muchas bromas. De eso me enamoré. De tus ocurrencias y tu sonrisa fácil. Porque contigo siempre había un motivo para reír.

Me enamoré de tu espíritu libre y de tu onda media relajada. Porque me sacas de la rutina. Porque a veces cuando tengo ganas de llorar, y hasta por cosas tontas, siempre encuentro consuelo en tus brazos y en un beso.

Me enamoré de ti por tu paciencia. Por aguantar mi forma de ser despistada, olvidadiza y algo bronquera. Y además porque te encanta mi look despeinado, el que siempre me da problemas. Y es que creo que así te enamoraste de mí.
Pero también me enamoré de ti por tus firmes convicciones, por tu seguridad para vivir la fe cristiana, por tu amor por la música, por tu vocación de servicio en la iglesia y fuera de ella, por tu gran capacidad para hacer amigos y por tu preocupación por cada uno de ellos. De todo eso me enamoré.

Y me sigo enamorando, cuando me compartes tus planes y sueños, cuando te veo jugar con mis hijos, cuando te escondes para asustarme al llegar a casa, o cuando tú llegas cansado del trabajo y me pides que te sirva la comida, pues eso te hace feliz  (perdóname amor por haber renegado a veces, aunque tú lo hayas entendido).

La lista será más larga conforme pasen los años. Pero así como será fácil para mí tener a mi lado un lápiz y papel, será fácil también contar cómo me seguiré enamorando de ti.

FELIZ ANIVERSARIO AMOR!!

Ya sabes cuánto te amo  


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